jueves, 31 de diciembre de 2009

Mis mejores deseos

Hay luces por todos sitios estos días, que más que iluminar, adornan.
Bullicio en las calles comerciales. Encuentros fugaces con los conocidos con expresión de nuestros mejores deseos. El deseo, motor del mundo, proyectador de personas. En la existencia franca y la presencia completa el deseo se purifica. En el silencio, pierde ímpetu y gana alcance. Reconocido y acogido en su origen, el deseo se redirecciona de forma más conveniente, si no se ordenaba adecuadamente. La conciencia de nuestros deseos es nuestro mejor aliado. Pero ellos se esconden, se disfrazan, se atropellan en nuestra mente porque algunos pretenden conseguir su objetivo sin ser objetivados por nosotros. Mirarlos, reconocerlos, investigar con curiosidad su aparición o su presencia nos construye, nos alecciona sobre quienes somos. Es preciso tener ese tiempo en nuestra relación con ellos para poder seleccionar realmente a nuestros mejores deseos... Y entregarlos a los que queremos...